viernes, 13 de mayo de 2011

Sonreír y asentir, sin más.




 Cuando nos sentimos atados, una mano, un brazo, el pecho, no puedes hacer nada, finalmente el cuello. Cuando nos creemos al borde del abismo, sin libertad alguna, con la conducta condicionada, encontramos algo que nos hace respirar. Conseguimos respirar a pesar de todo. Y ese algo nos libera. Pero, ¿Sabes? Entonces, la cuerda se desata. Y pensamos que somos libres.
Y cuando la euforia crece y crece, cuando chillamos, cantamos, bailamos, reímos, cuando lo hemos dejado ir todo como si todo se fuera a acabar, se acaba. Nos damos cuenta de que lo que nos salvó nos condiciona. Sí, y ahora dependemos de ello. Y volvemos a notar que somos títeres que cuelgan de unos hilos. Y volvemos a recaer emocionalmente, hasta que un día, a pesar de todos los malos momentos, podemos desatarnos solos y nos damos cuenta de que lo que no nos ha matado, nos ha hecho más fuertes.
Entonces no gritamos, ni saltamos, ni reímos ni cantamos, entonces nos limitamos a asentir y a sonreír, porque hemos comprendido que la vida no es libertad, ni es felicidad ni son llantos ni besos. La vida son retos, y todo lo demás, lo bueno y lo malo, nos hace aprender y llegar dónde teníamos que llegar. Dónde, a pesar de todo, hemos llegado sanos y salvos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario