martes, 24 de mayo de 2011

Igual que una flor resignada decora un despacho elegante

Me consumen, creo que es el desdén el que se ha precipitado encima de mi cuerpo. Siento que me cubre y no puedo respirar, ahoga todas mis fuerzas, aunque debo admitir que no las he intentado sacar des de que sé de su presencia.  No lo sé, sólo sé que siento que no soy yo. Yo no soy ésta de aquí, hago demasiadas cosas mal e intento cubrir mis actos fatales, aunque admito que no me importaría que todo el mundo supiera de ellos, para captar algo de atención. No sé de qué sirve lo que hago, pero no puedo dejar de hacerlo, siento que es de las pocas cosas que me llenan, ya que el amor no ha aparecido –aunque tal vez soy yo, que me ciego y no le presto atención-, siento que estoy cansada, que el desdén y la despreocupación me llevan a un lugar inhóspito. Siento sus voces que me dicen <<Tranquila, vas a estar bien, allí te comprenderán. >> Me gustan sus voces pacíficas, aunque tienen un tono demasiado forzado, un tono en el que dejan notar demasiado sus ganas de convencerme. Aun así, lo han conseguido, me da igual dónde me lleven, así que por una vez destenso todos mis músculos y siento que no hay dolor alguno, me da lo mismo que mis huesos se estén rompiendo en pedazos o tal vez se vayan quebrantando poco a poco. Cómo he dicho, aquí parece que no exista el dolor. Aquí siento la luz de la Luna más caliente que la del Sol, siento fuego dentro del agua y agua que flota en el aire. Todo es extraño pero no hecho nada de menos, quiero aventura y volar con la soledad.

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